Entre los samuráis famosos, Torii Mototada, el samurái que ayudó a inmortalizar el clan Tokugawa merece una mención honorífica, su lealtad y valentía lo glorificaron.
Puede ser que su nombre no sea muy recordado, pero su legado lo precede y gracias a él y su valeroso ejército, es que Tokugawa Leyasu perpetuó su poder más de 250 años.
Torii Mototada permaneció firme frente a la última y más importante decisión de toda su vida: defender el Castillo Fushimi y permitir que Leyasu escapara y ganara la Batalla de Sekigahara.
Torii Mototada nació en el año 1539 en Okazaki, aunque no se sabe el día exacto, su padre fue Torii Tadayoshi, un destacado samurái fiel al clan Tokugawa.
Mototada vivió durante el periodo Sengoku y a finales del periodo Azuchi-Momoyama. Desde su infancia conoció a Tokugawa Leyasu, pues sirvió como su paje mientras eran rehenes de garantía del clan Imagawa.
Leyasu fue enviado con un pequeño séquito del cual Mototada formaba parte, crecieron juntos y entablaron una amistad profunda. Para Mototada siempre estuvo claro: cuando crecieran, él seguiría jurando lealtad hacia Leyasu, su señor.
Tal y como su padre, Tadayoshi se lo había inculcado, el honor y la fiel protección hacia el clan Tokugawa les otorgaba el honor propio de un samurái respetable.
Después de varios años, Leyasu y su séquito de pajes pudieron regresar a sus dominios en Mikawa y los niños se habían convertido en jóvenes.
Cuando tenía 33 años, Mototada sucedió al clan de su familia, luego de que su padre Torii Tadayoshi murió y le encomendara seguir con su lealtad a los Tokugawa. Al final de ese mismo año, en 1572, Mototada ya lideraba diversas campañas junto a Leyasu.
Sus tropas triunfaron frente a las fuerzas superiores de Takeda Shingen, donde sus arcabuceros les otorgaron una gran ventaja para equilibrar la batalla librada en Mikada.
Tokugawa y cinco samuráis que lo protegían, entre ellos Torii Mototada, se ponían a salvo en el Castillo Hamamatsu. Donde poco después también pasarían la noche los pocos sobrevivientes de la batalla, que habían logrado responder al llamado de Leyasu de retirarse.
Esa misma noche, un grupo de samuráis atacaron cuerpo a cuerpo, con katanas y otras armas samuráis, al ejército que dormía para volver a la carga en la mañana. Y por el número de bajas en el ejército de Leyasu, solo ese ataque sorpresa podía otorgarles la victoria.
En enero de 1573, tuvo lugar una de las batallas épicas más recordadas en el mundo samurái: la Batalla de Mikatagahara.
Al siguiente año, protagonizó la Batalla del Castillo Suwahara y resultó herido de gravedad en las piernas, y aunque no las perdió, nunca más pudo volver a caminar igual.
Sin que su condición física afectara en nada su cualidad de gran estratega, pudo idear tácticas que le dieron la victoria en enfrentamientos que parecía estar destinado a perder.
Para 1575 se volvieron a enfrentar con el clan Takeda, en la Batalla de Nagashino, pero esta vez Oda Nobunaga, uno de los shogunes más importantes de Japón, los llevaría a una victoria contundente.
Luego de un breve descanso de los combates, en 1590 Mototada encabezaba una vez más los ejércitos de Leyasu para acabar con su principal rival, el clan Hojo.
Que se convirtió en una de sus batallas heroicas más recordadas, pues su astucia lo llevó a vencer a un ejército de 10 mil hombres con tan solo 2mil hombres.
Tokugawa Leyasu decidió premiar la lealtad de Mototada nombrándolo daimio del Castillo Tanimura en la Provincia Kai.
Y en los años siguientes siguió enfrentando a los clanes rivales de su señor Leyasu, y cosechando más conquistas para el clan Tokugawa.
Entre ellas, el asedio del Castillo Ueda que también heroica y fielmente defendía otro samurái famoso, Sanada Yukimura.
Más tarde, cuando Leyasu se trasladó a la región de Kanto, a Torii le fueron otorgados 40 mil koku de terreno en el Dominio de Yasaku, en la Provincia de Shimosa. Formalizando así su nuevo estatus de daimio.
Durante algunos años pudo disfrutar de su destacada condición y administrar sabiamente sus tierras. Hasta que la muerte de Toyotomi Hideyoshi en 1598, volvió a poner el poder de Japón en juego y Leyasu solicitó su apoyo contra las fuerzas del clan Toyotomi.
En 1600, cuando estalló el fervor entre los simpatizantes de Toyotomi y los seguidores de Tokugawa, para definir quién debía continuar en el poder, Mototada defendió a su señor.
Los partidarios de Toyotomi creían que su heredero Hideyori debía continuar gobernando cuando fuera mayor de edad. Y los seguidores de Tokugawa creían que era su turno de tomar el poder, y así fue durante 268 años.
Pero para que eso pudiera suceder, Torii Mototada ofrendó su vida en la campaña imposible que suponía defender el Castillo Fushimi frente a un ejército que los superaba por mucho.
Sin embargo, mientras más tiempo pudieran resistir en su defensa, más tiempo le daban a su señor de reunir un ejército de 90 mil hombres para enfrentar al ejército opositor en la batalla de Sekigahara.
De esta forma, Mototada, el niño que había crecido con Leyasu, hacía honor a la promesa que le hizo a su padre y al código bushido.
Gracias a que Torii y su valiente ejército se quedaron resguardando el Castillo Fushimi hasta las últimas consecuencias, le dieron tiempo suficiente a su señor para que reuniera el ejército que lo llevaría a la victoria en la Batalla de Sekigahara.
Durante su asedio en el Castillo Fushimi, Torii Mototada redactó una carta que sería su testamento espiritual, dejó registradas sus últimas palabras de lealtad a Leyasu y de honor a su hijo Tadamasa.
Se dice que Torii alentó a sus hombres a pelear hasta el final al igual que él, y que en momento de más álgido de la batalla, solo quedaban 10 hombres y él.
Llegado el momento, para evitar ser deshonrado con su captura, cometió seppuku, convirtiéndose éste en uno de los suicidios honorables más recordados de toda la historia de Japón.
En honor al gran samurái de corazón noble y valiente, se forjó la Katana Torii Mototada, que reúne las principales características del guerrero que permitió inmortalizar al clan Tokugawa.
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