Cuando oímos hablar de Bruce Lee, mito y maestro de las artes marciales, no podemos más que seguir asombrándonos. Su corta vida dejó un gran legado.
Bruce Lee era un alma libre, impetuoso, apasionado y disciplinado, solo vivió 32 años y su vida dejó grandes aprendizajes para las artes marciales y como filosofía de vida en general.
“La clave de la inmortalidad es, primero, vivir una vida que merezca la pena recordar”. –Bruce Lee.
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Nació en el 27 de noviembre de 1940 en San Francisco, EEUU, pero creció en Hong Kong donde protagonizó múltiples películas mientras era niño.
Algunos lo calificaron como el actor infantil del momento en Hong Kong. Influenciado por su padre Lee Hoi-Chuen, quien fuera actor de la ópera china.
Al llegar a la pubertad y adolescencia, Bruce protagonizó constantes peleas en las calles de Hong Kong junto a su pandilla. Al parecer los luchadores nacen, no se hacen.
Yip Man fue su maestro durante ese tiempo, él le enseñó el Wing Chun, pese a algunas controversias que tuvo que sortear, frente a que su ascendencia por parte de su madre era mitad china y mitad alemana.
Pese a todo, Yip Man, enseñó a Bruce Lee todo sobre el Wing Chun, disciplina que lo salvaría de las calles de Hong Kong y le permitiría sobrevivir en ellas.
A Lee le entusiasmaban las peleas cotidianas, pero un día peleó con el hijo de “alguien importante”, razón por la que el director de su escuela advirtió a sus padres que la próxima vez que peleara, lo encarcelarían.
Sus padres decidieron enviarlo a Seatle a los 18 años, en 1959, donde su primer empleo fue como mesero. Sin embargo, él sabía que no sería por mucho.
Pocos años después tenía su propio Instituto de Artes Marciales, el cual nombró Jun Fan Gung Fu, donde su amigo Taky Kimura sería el primer instructor al servicio de su instituto.
En 1963 conoció a la que pronto sería su esposa, Linda Lee Cadwell, ella lo describe como amor a primera vista. Se enamoraron mientras Bruce le daba clases de artes marciales y filosofía china a ella y otros jóvenes de Seatle.
Bruce Lee vivió toda su vida entre los estigmas orientales y occidentales, ya que no era totalmente de uno o de otro. Incluso recibió amenazas de la comunidad china tradicionalista, por abrir un instituto que revelaba los secretos de las artes marciales a caucásicos. Algo imperdonable en la tradición china, motivo suficiente para desencadenar una maldición en contra de él mismo.
Pero Lee no hacía caso de tales advertencias y escogía de forma singular a sus alumnos, le permitía aprender a todo aquel que tuviera verdadero interés, que tuviera “corazón puro”, según él.
Los tradicionalistas no tardaron en retarlo a un duelo y enviaron a Wong Jack Man a combatir contra Bruce Lee. Si Jack Man ganaba, Lee cerraría su instituto. Lo cual, obviamente no pasó, Bruce lo derrotó en solo tres minutos.
Luego de su combate con Wong, Bruce Lee no quedó contento con haberlo derrotado en tres minutos, pensó que era mucho tiempo.
Se dio cuenta, según sus palabras, “que las artes marciales tradicionales eran lentas” y que inventaría su propia forma de pelear.
En el verano de 1964 se casó con Linda, pese a que no era bien visto por la familia de ella. Ese fue otro estigma que Lee tuvo que romper, los matrimonios interraciales.
En ese mismo año, durante la exhibición del Primer Internacional de Ed Parker, Campeonatos de Mundiales de Karate, sorprendió a todos con sus legendarias flexiones con los pulgares.
Demostró su rapidez, agilidad, equilibrio, precisión y además, su golpe de una pulgada, el cual superaba la ficción.
Esa exhibición fue su boleto a las pantallas, al poco tiempo interpretó el papel de Kato en The Green Hornet. Papel que no le dio gran popularidad en EEUU, pero sí en Hong Kong.
Mientras conseguía otros papeles que interpretar, Charles Fitzsimons le dio la idea de ser instructor de artes marciales.
Y enseguida lo buscaron celebridades como Dean Martin, Roman Polanski, James Coburn, Joe Louis, Steve McQueen, Kareem Abdul-Jabbar, John Saxon, Blake, Edwards, Chuck Norris y otros tantos.
El director de cine Raymond Chow filmó las primeras tres películas de Bruce Lee que lo catapultarían al éxito internacional.
Luego de pensar que “su estilo era el No estilo”, creo el Jeet Kune Do, que se puede traducir como el arte de interceptar el puño. Y como él mismo señaló, “este estilo es como un saco, cada quien lo tiene que hacer a su medida”.
Se dice que tomó inspiración principalmente de tres disciplinas además del Kung Fu y el Wing Chun: boxeo, esgrima y judo.
De los cuales extrajo lo mejor para adentrarlo en su nueva técnica, a la cual calificaría de “contacto total, sin reglas, pues éstas no sirven en combates reales”.
“Cuanto más sencillo y directo mejor”, refiriéndose a terminar una batalla cuanto antes, sin mayor esfuerzo y con dominio total.
Señaló que “por culpa de los estilos la gente está dividida, los estilos se han vuelto dogmas”.
En 1970 una lesión le prohíbe entrenar durante seis meses, frente a un veredicto médico que le pronosticaba que nunca más podría volver a combatir.
Durante su tiempo de reposo se dedicó a escribir todo lo que sabía y lo que investigó sobre artes marciales, se dedicó a estudiar y se rehusó a creer que nunca más podría entrenar y combatir.
De inmediato, tras su recuperación, se puso a entrenar al máximo, “porque quería ver de qué era capaz, hasta dónde podía llegar”.
Sin duda, el recuerdo de Bruce Lee vivirá y perdurará en el tiempo como un gran mito y maestro de artes marciales.
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