La historia de los 47 ronin ilustra muy bien la lealtad samurái llevada hasta sus últimas consecuencias; aquellos guerreros en busca de vengar a su daimo son mucho más que una leyenda.
Fueron reales y planearon toda una estrategia por más de un año para triunfar en su cometido de vengar el honor de su daimo Asano Takumi-no-Kami Naganori, en contra del maestro de protocolo Kira Kozuke-no-Suke Yoshinaka.
Su historia nos relata la astucia de 47 guerreros indomables, que tuvieron que superar la pericia del daimo que había provocado la sentencia de su señor.
Todo comenzó durante la era Genroku en el año 1701, cuando gobernaba el shogun Tokugawa Tsunayoshi, éste envió a sus emisarios imperiales a la provincia de Harima.
Asano Naganori era el daimo y señor del Castillo de Ako en Harima, y había sido designado por el propio shogun para ser el anfitrión de sus emisarios imperiales, encabezados por Kira Yoshinaka, maestro de protocolo de la corte.
Se suponía que Asano Naganori fuera instruido en los protocolos de etiqueta por Kira Yoshinaka, pero nunca se agradaron realmente.
Las cosas se salieron de control porque Yoshinaka era déspota, arrogante y humillaba constantemente a Naganori. La situación se agravó cuando Yoshinaka reclamó un pago por las enseñanzas ofrecidas a Naganori, sin embargo éste pensaba que era parte de su trabajo como emisario de la corte y no le dio nada.
Se dice que un día de abril de 1701, Kira insultó y provocó nuevamente a Asano, quien esta ocasión no se contuvo y desenfundó su katana para acabar con Kira.
Su gran error fue haberlo hecho dentro del Palacio de Eno, donde se encontraba el shogun Tokugawa Tsunayoshi, y desenfundar una katana en el mismo lugar donde se encontrara el shogun, era castigado con la pena de muerte por considerarse traición.
Fue así que Asano cayó en la trampa de Kira y fue enjuiciado, Kira solo fue levemente herido y no se le responsabilizó del incidente de Eno.
En cambio a Asano se le permitió cometer seppuku (suicidio con honor), luego de que declarara haber atacado a Kira por razones personales y no por traición al shogun Tokugawa; su único arrepentimiento, “era no haber matado a Kira”.
De cualquier forma su honor había sido manchado, su patrimonio le fue arrebatado a su familia, al igual que sus derechos hereditarios. Dando así origen al pesar de más de 300 samuráis que juraban lealtad al daimo de Harima.
Luego de la desafortunada e imprevista muerte de su daimo, el señor del Castillo de Ako, Asano Naganori, el destino de sus más de 300 samuráis era incierto, pero bajo cualquier camino, deshonroso, según las costumbres japonesas de la época.
Fue entonces que Oishi Kuranosuke Yoshio, se convirtió en el líder del escuadrón de samuráis errantes, ahora conocidos como ronin, debido a la pérdida de su daimo Asano Naganori.
Oishi Kuranosuke Yoshio y otros 46 ronin juraron vengarse por la muerte de su señor y restaurar el honor de su familia tarde o temprano, los demás ronin se dispersaron y quedaron en el olvido.
Su estrategia fue esperar a que su presa Kira Yoshinaka, bajara la guardia y retirara a las escoltas extras que ahora lo resguardaban por el temido ataque de los ronin del Castillo de Ako.
Su estrategia fue arriesgada y muy meticulosa, sabían que no tenían oportunidad de ganar si peleaban abiertamente contra el ejército que resguardaba a Kira, por ello, aparentemente renunciaron a su venganza.
Escondieron sus armas y sus trajes militares de samuráis para evitar ser vistos con ellos, y se dispersaron en la ciudad de Edo, actual Tokio.
Adquirieron trabajos de bajo perfil, como cocineros, campesinos y comerciantes, mientras que otros, como Oishi Yoshio abandonó a su esposa y se consiguió una concubina; gastaba su dinero en los burdeles de Geishas y todo el tiempo se la pasaba supuestamente borracho.
Se dice que un día, un samurái de otra provincia le escupió en la cara a Oishi cuando éste estaba tirado en la calle, como un reclamo por haber perdido toda su dignidad y no haber vengado a su daimo.
Este hecho genuino marcó el triunfo del engaño de los 47 ronin, pues los espías de Kira le informaron lo sucedido y finalmente Yoshinaka bajó la guardia y retiró a sus escoltas extras.
También se dice que un ronin se casó con la hija de un arquitecto del Castillo de Kira para conseguir los planos de sus aposentos.
Seguros de que triunfarían, por fin los 47 ronin se decidieron a atacar en secreto y sigilosamente a Kira durante una noche de enero de 1703, según el calendario japonés (14 de diciembre 1702).
El pequeño batallón se dividió en dos para atacar por el frente y por la parte trasera, se dice que acabaron con más de 200 samuráis que se encontraban desprevenidos.
Algunos dicen que encontraron a Kira escondido, mientras que otros afirman que lo encontraron en el patio de su castillo.
Cuando Oishi Yoshio estuvo frente a Kira Yoshinaka, le dio la oportunidad de cometer seppuku, sin embargo éste se rehusó, al instante, Yoshio lo decapitó con la misma daga que Asano Naganori había cometido seppuku.
Cogieron la cabeza de Yoshinaka y la llevaron ante la tumba de su daimo Asano Naganori, en el Templo de Sengakuji.
Una vez consumada su venganza y obligación con su daimo, los 47 ronin se presentaron frente al shogun Tokugawa, quien estaba asombrado por la lealtad de estos samuráis errantes.
La ley dictaba que estos ronin debían ser ejecutados por el asesinato de un alto funcionario, como lo era Kira Yoshinaka, sin embargo estaba tan conmovido con la tenacidad de los guerreros que consideró todas las opciones.
47 días después de su hazaña, durante los cuales fueron bien tratados y atendidos, el juicio en contra de ellos dictaminó que se les permitiría el honor de cometer seppuku en una ceremonia oficial.
Se les permitía este favor, porque habían demostrado el comportamiento esperado de un verdadero samurái de aquella época. No habían desistido de su deber de vengar a su daimo, incluso bajo tales circunstancias.
Cuatro daimos de otras provincias fueron los testigos de la ceremonia de seppuku de 46 ronin indomables, porque el menor de los 47 ronin, fue perdonado y enviado a su casa, aunque al morir, también fue enterrado junto con los demás guerreros.
Luego de su honorable muerte, los 46 ronin fueron enterrados en el Templo de Sengakuji, junto a los restos de su daimo.
Su valentía y honor provocaron que el shogun restaurara una de las tierras de la familia de Asano Naganori y que su familia recuperara su honor.
Pocas semanas después de su muerte se comenzaron a escribir múltiples historias y puestas en escena para relatar la magnífica osadía de 47 guerreros ronin, que desafiaron a un gran ejército.
Fue así como surgió el género Chusinghura, que relata la historia de los 47 ronin que vengaron a su daimo frente a un batallón de samuráis cuatro o cinco veces más grande.
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